21 septiembre, 2008

La Ciencia, la Religion y el Capital

Sobre "La maquina de dios" y las ciencias naturales 

Ningún período histórico ha sido más penetrado y más dependiente de las ciencias naturales que el siglo XX. Paradójicamente, ningún período ha estado menos en paz con ellas. Tal es así, que en pleno siglo XXI a un nuevo experimento científico, dirigido por más de 6.000 físicos e ingenieros de todo el mundo y con un costo apenas menor que el pago de la deuda externa al Club de París por el Gobierno de Cristina F. de Kirchner, se le ha dado el nombre de “La máquina de Dios”. Máquina que intentará descubrir el Bosón de Higgs, a su vez denominada “La partícula de Dios”, que hasta ahora es solo una hipótesis. No es la primera vez que el hombre ante semejante misterio incurre a la formula divina de “Dios”.

Fueron muy pocos los científicos que han sabido sortear el dogma de la religión. El mismo Albert Einstein se sumió ante ella con su famosa frase “Dios no juega a los dados con el universo” queriendo referirse a su negativa de aceptar el funcionamiento probabilístico con el que la mecánica cuántica intenta explicar el comportamiento de las partículas. Pero menos aun, fueron los científicos que lograron escapar de las garras del capital. Dos de ellos fueron Marie y Pierre Curie, quienes con un verdadero espíritu científico nunca aceptaron la intromisión de los capitalistas en sus trabajos y hasta fueron más allá, en especial Marie, dándole el nombre de “Polonio” a uno de los elementos químicos descubiertos por ella en busca de lograr algún día la independencia política de su tierra natal, Polonia. Así lo resumía: “Renunciando a la explotación de nuestro descubrimiento nosotros hemos renunciado a la fortuna que habría podido [...] ser transmitida a nuestros hijo […]La humanidad necesita hombres prácticos, que sacaran el mayor provecho de su trabajo, y, sin olvidar el interés general, salvaguardar sus propios intereses. Pero la humanidad también necesita soñadores, para quienes el desarrollo de una tarea sea tan cautivante que les resulte imposible dedicar su atención a su propio beneficio. […] una sociedad bien organizada debería siempre asegurar a sus trabajadores los medios eficaces para cumplir su función en una vida desembarazada de las preocupaciones materiales y libremente consagrada al servicio de la investigación científica."

Los limites de la ciencia actual

Es prácticamente imposible pensar hoy día que bajo el capitalismo los científicos puedan desarrollar sus experimentos con total independencia, que requieren de lo más avanzado de la tecnología con laboratorios modernamente equipados y materiales costosísimos que ningún científico puede aspirar a tener jamás. Es así como el capital se asegura todos los medios por los cuales los científicos pueden poner mano al desarrollo de las ciencias, por lo tanto ningún experimento científico es dirigido en contra de sus intereses; ellos tienen el poder de decisión sobre el fin último de los experimentos: su utilidad. ¿O acaso los mayores avances científicos no fueron impulsados con fines netamente militares?
Un científico no puede jactarse de un nuevo descubrimiento sin reconocer necesariamente dependencia científica y tecnológica. Como lo afirma Isaac Newton: “Si he visto más lejos ha sido porque he subido a hombros de gigantes”, y es una gran verdad. La ciencia y la ingeniería desarrollada hasta nuestros días no es producto de la genialidad de ciertos hombres, sino que es una actividad netamente social. La valorización histórica queda determinada por su capacidad de incrementar el dominio del hombre sobre la naturaleza. Solo bajo un sistema regresivo y en decadencia como el capitalista podemos entender que con el actual grado de desarrollo de la ciencia y la tecnología, suficientes para terminar con los grandes problemas de la humanidad, la sobre-explotación de los trabajadores, el hambre y la destrucción del medio ambiente sean moneda corriente, al mismo tiempo que misiles intercontinentales caen sobre las calles de las ciudades de Irak con precisión milimétrica.

Los alcances del Materialismo Dialéctico

El Gran Colisionador de Hadrones es una gigantesca máquina que tiene como fin detectar empíricamente la existencia de partículas elementales que constituyen la materia. Con la colisión frontal de dos partículas a una velocidad muy cercana a la de la luz se busca descubrir el hipotético bosón de Higgs, que en el actual “modelo elemental” cumple la función de explicar el por qué de los pesos atómicos. De no encontrarlo el actual modelo sucumbiría. Este experimento, en primera instancia, da cuenta del carácter materialista de la existencia del universo y su funcionamiento netamente dialéctico. Como lo comprueba los recientes descubrimientos sobre el genoma humano, la teoría del caos o la mecánica cuántica, los avances de la ciencia demuestran la victoria del método de Marx en las ciencias naturales, a pesar de la formación subjetiva y metafísica en que la gran mayoría de los científicos e ingenieros son formados en las academias. Los avances de la ciencia que podrían proveer medios inagotables de energía y solucionar las penurias de la población, ponen de manifiesto que la tarea de planificar racionalmente esas potencialidades en beneficio de la humanidad es cada vez más urgente, pero que a su vez choca frontalmente con la propiedad privada de los medios de producción y la sociedad capitalista. Aplicando el método de Marx en el campo de las ciencias sociales, solo un salto cualitativo en la organización de la producción puede poner la ciencia y la tecnología al servicio de los trabajadores y el pueblo: la revolución obrera y socialista.

En Clave ROJA
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